Salmerón, a 21 años de su debut
El delantero más importante de Ferro en el siglo XXI llegó a Caballito con una mano atrás y otra adelante, y se fue consagrado como el quinto máximo goleador en la historia del club. Su presencia dentro de la cancha aseguraba algarabía en las tribunas: para él, la casaca color verde siempre significó mucho más que un uniforme. Era la identificación con el club de sus amores, con esa hinchada que coreaba su apodo en cada partido. El amor, 21 años después de su debut como jugador profesional, sigue siendo el mismo. En primera persona, a flor de piel, Luis Ángel Pupi Salmerón volvió a emocionarse rememorando cada momento atravesado en sus cuatro etapas en la institución. No lo traten de entender, no van a poder; Salmerón es Ferro.
– ¿Con qué cosas te fuiste encontrando, recién llegado a los 16 años desde Córdoba, acá en Ferro?
– Primero, con una ciudad del miedo. Las cosas eran muy diferentes a lo que son hoy, pero a su vez no dejaba de ser un provinciano. Recuerdo que la primer semana me agarró una gastroenteritis, y no sé si fue algo que comí mal o que extrañaba a mi vieja. Me largué a llorar la primera noche. Por ahí decía que me la iba a aguantar, pero tenía un miedo bárbaro. Después, me encontré con un club inmenso, totalmente distinto a lo que yo había vivido en Córdoba, y tenía ganas de conocer cada pasillo.
– ¿Cómo surgió el apodo de Pupi?
– Supuestamente, mi abuela dice que yo nací grandote, con más de 5 kilos. Yo nazco en marzo, y en el invierno, que hacía frío, podía mover los brazos nada más. Había unos muñequitos, los Pupinautas, y me empezó a decir así. Quedó Pupi y acá estamos.
– Ese 14 de mayo del 2000 seguramente fue una fecha muy importante para vos, en la cancha de Estudiantes. ¿Qué recuerdos te quedaron de ese debut sorpresivo? Porque arrancaste siendo titular.
– Es uno de los mejores momentos de mi vida. Venía con todos esos miedos pero quería cumplir mi sueño. Como cabeza dura, lo logré. Se dio rápido: yo vine en 1998 y dos años después se me dio la posibilidad. Fue todo muy fugaz. Lo que más me quedó es que, cuando estábamos concentrando un domingo a la mañana, fuimos a la charla, y con mi timidez, fui subiendo una escalerita para llegar a la sala de video. Estaba Palo Brandoni y, cuando lo veo, me pone la mano en el pecho. Me preguntó ‘¿cómo estás?’, y con ese nerviosismo yo le respondí. Ahí me dice ‘vas a jugar’. No sabía si abrazarlo, largarme a llorar o ir a buscar un teléfono para avisarles a mis viejos.
– Y después, ¿cómo viviste tu debut en Caballito?
– Jugamos contra Belgrano de Córdoba y vinieron mis tíos. Mi viejo estuvo en La Plata; salimos a la cancha y yo no sabía que estaba él. Se enteró que yo concentraba y viajó, yo tengo familia por la zona de Quilmes. Salgo, saludamos a la gente y lo veo en la tribuna. Se me llenaron los ojos de lágrimas y fueron muchas sensaciones juntas. Acá, en Ferro, era tremendo ver el vestuario, todo acomodado, los botines lustrados. Fue un lunes a la noche y estaba toda la gente. Unos años antes íbamos a la platea cuando estábamos en la pensión y pensábamos lo lindo que iba a ser estar ahí. Bueno, ese momento había llegado.
Se formó en el club. Debutó con 18 años, en el peor momento. Fue campeón y se transformó en el quinto máximo goleador. El que más convirtió en el Siglo XXI.
Hace 21 años, hacía su estreno con la camiseta de #Ferro Luis Angel Salmerón.
El resto es historia. pic.twitter.com/H5o0XJMcFW
— Ferro Carril Oeste (@FerroOficial) May 14, 2021
– Durante tu progresión, tuviste una lesión muy importante y no jugaste por un tiempo. ¿Qué se te pasó por la cabeza? ¿Sentiste que no ibas a jugar más? A Ferro también le empezó a ir mal deportivamente.
– En un entrenamiento en Pontevedra hice un mal movimiento y la cápsula de la rodilla se me llenó de líquido. Ahí ya me perdí todo lo que quedaba del final del torneo. Después vino el descenso, me recuperé para la pretemporada previa al Nacional B y tuve la mala suerte de que me metieron una patada y me fisuraron la tibia. Todo lo lindo que conté al principio se vino abajo. El club estaba atravesando duros momentos económicos y había pocos medios para recuperarnos. Se vinieron muchos fantasmas, pero pudimos sobresalir, aunque vinieron batallas peores, como otro descenso más. Yo no estaba en ese plantel porque me habían bajado a 4ta. División a hacer la recuperación y jugué solo el último partido de Reserva. La tormenta había cubierto todo el cielo y el mundo se me volvió oscuro.
– Volviste, hiciste 11 goles en las dos campañas de la B Metropolitana y pudieron ascender. ¿Te acordás de ese primer grito en tu carrera, contra Cambaceres?
– Vino Della Picca y me dijo que me iba a subir a Primera, y yo sentía que no me lo merecía. En cuarta no había hecho ni un gol, y me subieron porque todavía era una de las promesas del club. Hice una buena pretemporada y Fito me avisó que iba a arrancar jugando el torneo, después de hacer un par de goles en amistosos. De nuevo empezó toda la ilusión, no me importó si estábamos en la B Metro. El primer partido en Rosario lo perdimos y en la segunda fecha empatamos en Caballito con Ituzaingó. Ahí llega el 4-1 a Cambaceres. Estaba (Germán) Caffa y me decía “peláte, que vas a hacer un gol”. Estábamos en Pontevedra, aburridos, y le dije que me afeitara. En el primer centro, la peiné con la pelada y la clavé. Fue un día de lluvia, ya pasaron muchos años. Ese grupo era muy bueno, la primera campaña no ascendimos por un gol que no hicimos en la final en un torneo raro.
– ¿Te acordás de ese gol que quedó marcado en Isla Maciel contra San Telmo?
– El gol de culo. A veces interactuamos con los hinchas por las redes sociales y les decía, hablando a calzón quitado, que en ese momento se nos estaba enfriando un poquito el pecho para pelear el ascenso. Hubo un par de cambios, entraron algunos pibes, y ese día Raimundo me dijo que me iba a quedar afuera del banco. Cuando terminó la charla, me llamó para avisarme y me largué a llorar, venía jugando y me sacó de un momento para el otro. Le pedí que por lo menos me llevara al banco y lo convencí con las lágrimas. Las vueltas de la vida me regalaron ese gol, en el que patea Ibrahim Sekagya de zurda, la tiraba al córner y me pegó en la cola. Lo descoloqué al arquero. Tengo un atributo bastante importante de ese lado así que sirvió para poner el 1-0 y que pare un poco la tormenta.
⚽ Alguien muy especial vuelve a casa ??
? Tras tres años y medio alejado del club, Luis Salmerón será el nuevo ayudante de campo de la 4ª División.
¡El máximo goleador de #Ferro en el Siglo XXI ya está en Caballito! ¡Bienvenido, Pupi! ?? pic.twitter.com/LBxnxzIEVC
— Ferro Carril Oeste (@FerroOficial) March 22, 2021
– En tus tres etapas vos llegaste a 87 goles, ¿cómo surgió ese famoso festejo en el que algunos hinchas ponían la bandera y te iban tachando los tantos?
– Eso fue cuando vuelvo. Tenemos un temita, hay un par de goles que me están robando desde hace años. Yo tenía entendido que eran 95 así que hay que rever las estadísticas con la gente que sabe de esto. Cuando vuelvo de China, apareció esa bandera así como lo hicieron con Palermo en Boca, lo quisieron copiar y creo que hice un solo gol. Fue lindo porque en ese momento empecé a darme cuenta de que me había ganado el cariño de la gente, vi que habían hecho remeras con el regreso del Pupigol y me mandaban fotos.
– En 2012 te toca retornar en un torneo con Gimnasia, River, Rosario Central, Quilmes, entre otros equipos. ¿Cómo veías a ese Ferro, que en algún momento llegó a pelear el campeonato?
– Estuvimos ahí nomás de los que jugaron la promoción, que fueron dos. Teníamos un buen equipo, la mayoría de esos pibes que estaban en ese plantel después jugaron en Primera: Buffarini, Oreja, Schunke, el Huevo Acuña, Fede Lértora. Era un lindo grupo y teníamos un poquito de cada cosa. Si se nos hubieran dado algunos resultados nos metíamos en la pelea con los grandes.
– Después te tocó llegar a las semifinales del Reducido en 2015. ¿Con qué te quedás de todo eso? ¿Qué te generaba ser el capitán de ese equipo?
– Fue el año más especial de todos, más allá de los ascensos. Empezó medio loco todo: Marcelo Broggi me informó que no me iba a tener en cuenta, pero le pedí que me dejara estar en el plantel porque consideraba que no me iba a salir ninguna posibilidad, venía de un semestre raro. Me respetó el nombre que tenía en el club pero me avisó que arrancaba de atrás. Le respondí a Marcelo que le iba a ganar la pulseada, que si me veía bien me diera una oportunidad. No sé si lo hizo a propósito para apuntalarme un poco, para mí me quiso limpiar (risas). Me gané el lugar en los primeros días.
En un momento difícil, Broggi estaba en la cuerda floja e íbamos a jugar por Copa Argentina contra Boca Unidos. Ahí empezó el festejo del trencito. Estábamos muertos porque entrenábamos doble turno allá. Estábamos fastidiosos y no teníamos ganas, pero había que hacer caso. Estábamos en el vestuario, dejamos la música alta y nos fuimos a la cancha de Inferiores. Justo cuando volvíamos a bañarnos había un tema medio fiestero y, con todos de mal humor, con algunos pibes dijimos que entremos haciendo un trencito para romper eso. Nos dijimos ‘si ganamos, hacemos ese festejo’, y quedó. Yo creo que ese fue el día que dijimos que era un buen grupo, se prendieron todos. Yo estaba muy bien físicamente y con el arco abierto, me pegaba en el hombro, como con Los Andes, y entraba.
El fútbol fue ingrato en el último momento con el penal, siento que si metía ese gol, ascendíamos. No le quiero romper el corazón a la gente y bajonearla, pero el penal nos hizo mierda a todos. No lo pudimos remontar. Así como celebramos que fuimos todos importantes para haber llegado hasta ahí, los pibes me dijeron que yo no tenía la culpa porque le podría haber pasado a cualquiera. Me queda esa herida en el corazón que no se va a cerrar nunca. Hasta el día de hoy lo recuerdo y no lo puedo creer. Habíamos hecho un feeling con la gente, cuando terminaban los partidos íbamos todos abrazados para saludar. En Mar del Plata vinieron todos y la cancha estaba repleta, se me pone la piel de gallina. Teníamos un gran vínculo, el tema ese que era furor, nosotros lo sentíamos y nos poníamos locos. Sonaba “no lo traten de entender, no van a poder”. Ese año fue especial.
– Pareciera que hay cosas de ese año que no se van a repetir jamás, en el sentido del feeling con la gente. Ya pasaron más de seis años, ¿qué mensaje le podrías dejar al hincha que todavía está muy apegado a ese grupo?
– Los entiendo, porque venimos sufriendo estos 20 años en la B. Es entendible la desilusión cuando los resultados no se dan, pero el maleficio se va a romper. Antes de que empezara la pandemia Ferro estaba a un punto de clasificar al Reducido y apareció el coronavirus, estamos con un poquito de mala suerte. Después podemos discutir de fútbol, pero estamos dados vuelta. Sigamos creyendo, por más que renieguen, puteen y rompan el carnet, al otro partido van a estar de nuevo como lo hicieron siempre. Estamos en un momento bueno, espero que sigamos por la buena senda. No les voy a pedir que apoyen porque lo hacen siempre, pero creamos. Soy un hincha más y desde afuera creo que puede ser el año. Ojalá que todo eso se vuelva a repetir, el público no está en la cancha y eso marca una diferencia, pero la gente sí está de otras maneras, no importa quién esté al mando y quiénes sean los jugadores.
– Una foto no puede alegrar tu lunes.
– La foto:
9️⃣? pic.twitter.com/vedQktlKpE
— Ferro Carril Oeste (@FerroOficial) April 12, 2021
– ¿Te quedó la cuenta pendiente de volver como jugador y de convertir esos 100 goles?
– Era el último deseo que tenía, estar en el club y llegar a los goles del Goma Vidal. Yo tengo en mi cuenta personal 95, había ganas de volver pero los deseos del jugador y la gente a veces no se dan, y no se dio. Pero hoy acá estoy, disfrutando, no la estaba pasando bien después de que dejé el fútbol. Como siempre, Ferro me hace ser feliz y estoy agradecido.
Ping-Pong final
Tres DTs que te hayan marcado en Ferro
– Voy a elegir, pero los otros también me dejaron cosas. Nunca me peleé con nadie y si tuve diferencias lo charlé. El primero es Palo Brandoni, porque hizo que cumpliera mi sueño, el de debutar en Primera, en conjunto con el Burro Rocchia. Después, Fito Della Picca, que me tiró el salvavidas cuando estaba más para dejar el fútbol que otra cosa, y me dio confianza para hacer goles y consolidarme. El gran Tata Brown, que en paz descanse, con el que tuve un buen feeling pese al poco tiempo, cierra el podio junto a Marcelito Broggi, que aunque me quiso limpiar (risas), me confió la cinta de capitán y tuvimos buena relación.
Los tres compañeros más graciosos, dentro y fuera del vestuario
– El más jodón era yo, el más boludo de todos. En su momento, estaba el grupito de Pepe Monje, Eugenio Klein, Juan Mugabure; en la anterior, Agustín de la Canal y Maxi Velázquez, el más serio de todos pero que se cagaba de risa. En la última etapa, el Chino Vizcarra, un gran comediante, Alderete, Achucarro, Israel Coll, Incorvaia, Vernetti. No era uno, eran grupos. Fue hermoso.
Anécdota más divertida en una concentración
– A los pibes les secuestrábamos la Play, les mandábamos fotos que no se pueden contar mucho y les pedíamos rescate, nos guardábamos los joysticks en algún lado. Había peleas, trompadas, en un momento pensé que nos matábamos, pero era en joda. Nos mojábamos la cama, la pasábamos bien. Vizcarra venía, traía sapos de Pontevedra y los tiraba en el medio de la comida. ¡Qué culpa tienen los sapos de que el pibe sea tonto! Era muy gracioso.
El gol más lindo y el más representativo en Ferro
– El del 1-0 a Central Córdoba, cuando inauguramos la popular de cemento, fue un día hermoso. Me acuerdo que había fuegos artificiales para festejar y el grito fue eufórico. Fue significativo y quedó en la historia, como cuando va a suceder cuando se inaugure esta nueva tribuna que están constuyendo. A veces tenía momentos inspirados y hacía lindos goles. Elijo el que le hago a Santamarina en la semifinal, porque arranco yo la jugada, controlé bien y di un buen pase. Fue muy emocionante y casi vomito de la emoción.
Si tuvieras al Pupi Salmerón de 16 años al lado tuyo, ¿qué recomendación le daría el Pupi Salmerón entrenador, en este nuevo rol?
– Que se porte bien en la pensión. Hoy en día me cruzo con Ariel Cervini, profe en ese momento, y me dice que lo hacía sufrir. Le diría que no llegue a esperar a rozarse con gente profesional para ser profesional. El que se cuida y se entrena desde chico tiene muchas chances de jugar en Primera y vivir del fútbol, y eso es lo más lindo. Lo hice como compañero y lo voy a ir haciendo como ayudante de campo en la Cuarta División. Que coman bien y que pregunten, para tener ese plus.